miércoles, 12 de agosto de 2020

Ellas en un mundo de hombres

 


                                                                                        


"Me llama mi jefe y me dice que si en tres horas no le presento a un socio estoy en la calle, obviamente me acaba de desmotivar, entonces lo miré a los ojos y le dije: los dos sabemos que no lo voy a poder hacerlo, aquella vez tomé conciencia de las limitaciones y barreras que encontraba en mi camino. A  partir de ese día empezó mi nueva vida, me disfracé de Patricio, el personaje de la estrella de Bob Esponja y a la par hacía piezas que podía vender como  pulseras y collares es así que actualmente vivo única y exclusivamente de la artesanía". (Aloa López / Artesana)  

Si bien es cierto,  la brecha del mercado laboral limeño ha ido disminuyendo paulatinamente, este aún es insuficiente. Persisten nociones tradicionales respecto al trabajo de las mujeres. La principal es que el compromiso de la mujer con su función materna y con el rol del cuidado doméstico interfiere negativamente en su desempeño laboral y aumenta los costos laborales de contratación. La idea de que los costos laborales de las mujeres son más altos que los de los hombres tiene fuerte presencia entre los empresarios e incide significativamente en sus procesos de toma de decisión, de modo que existe discriminación laboral contra la mujer por la cultura machista que se encuentra muy arraigado en nuestra sociedad. A continuación, vamos a explicar algunos hechos y datos estadísticos que demuestran el alto grado de discriminación que sufren las mujeres en el mercado laboral, además de especialistas que respaldan el tema en cuestión.

 

Cada vez más mujeres acceden al mercado laboral en el Perú. El Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) detalla que las mujeres trabajadoras aumentaron de 4 millones 996 mil en el 2001 a 6 millones 896 mil en el 2014. Es decir, que hay avances en cuanto a oportunidades. Sin embargo, la mujer aún sigue rezagada, pues solo el 22.3% tiene un empleo formal. Fruto de esta segregación es que la mayor fuerza de trabajo femenino se encuentra en el trabajo informal y mal remunerado. Además cifras del INEI revelan esa realidad: las mujeres dedican más del 50% de su tiempo a atender el trabajo de la casa, mientras que los hombres solo utilizan el 24%. Estas cifras avalan la exclusión social que sufren las mujeres,  porque favorece la situación de pobreza cuando no es socialmente reconocido y compartido. En ese sentido, el trabajo de las mujeres en el hogar se da “por sentado” y supone un gran obstáculo ya que impide emprender nuevos proyectos.
 
La opresión que sufren las féminas se manifiesta desde la infancia al imponerles juguetes sexistas como la cocinita y las muñecas, donde se plantea roles estereotipados que son absolutamente retrógrados e intolerables, pero que en consecuencia mantiene una tradición que venimos arrastrando desde tiempos inveterados. “El trabajo fuera del ámbito doméstico solo ha significado mayor trabajo y responsabilidades, pero no mayores derechos frente a un modelo tradicional que continúa definiendo a las mujeres en el ámbito puramente doméstico y en el papel de esposas y madres” (Guardia, 2002, p.209). Lo cual significa, que a pesar de que existe una mayor conciencia de los derechos de las mujeres, no está debidamente reconocido el triple rol que en la actualidad cumplen: trabajo doméstico, trabajo remunerado y trabajo de madre; este contrato de género tradicional que separa roles exige un nuevo contrato basado en la igualdad, en la justicia.
 
La desigualdad en cuanto a oportunidades en el mercado laboral peruano, sigue siendo un problema de exclusión social que viven miles de mujeres en el Perú que se mantiene por una cultura machista muy arraigada en nuestra sociedad.  Según el Instituto Nacional de Estadística (INEI) detalla que durante el año 2013 las mujeres percibían 30% menos que los varones, una realidad en contraste a los países europeos (Brecha salarial entre hombres y mujeres de la UE, pg. 12 y 13), por término medio las mujeres ganan 16,4% menos que sus pares, si bien la diferencia es significativa y demuestra mayor conciencia social es evidente que la discriminación salarial se manifiesta sin importar el contexto geográfico. Por lo tanto, la desigualdad entre hombres y mujeres se da en varias partes del mundo en perjuicio único de la mujer.
 
Existe discriminación laboral contra la mujer por la cultura machista que se encuentra muy arraigado en nuestra sociedad, aunque el investigador español, Juan Domingo menciona que: “Uno de los temas más difíciles de tocar sin ser acusado de machista opresor heteropatriarcal, es la justificada diferencia de salarios”. La diferencia, según dice, se produce porque las mujeres eligen estudiar carreras peor remuneradas, trabajos y turnos menos peligrosos, horarios más flexibles, y principalmente por el hecho de quedar embarazadas y dedicar más tiempo que el hombre a la crianza de los hijos, lo cual afecta su experiencia laboral y capital humano, haciéndolas más improductivas y caras para el empleador. Sin embargo, este argumento es poco convincente, puesto que en la actualidad, existen muchas mujeres profesionales con alta capacidad física y mental  que les resulta complicado obtener un puesto de trabajo debido a que compiten con un varón, un claro ejemplo, para sustentar lo anteriormente mencionado es el estudio “¿existe discriminación en el mercado laboral de Lima metropolitana? Un análisis experimental”  realizado por el Centro de Investigaciones de la Universidad del Pacífico. Quienes  enviaron currículos ficticios en respuesta a vacantes de empleo  reales que aparecen en el diario El comercio, la tasa de respuesta en los hombres supera significativamente  la misma tasa de las mujeres (9% versus 5.2%).   De modo que, la discriminación laboral de género se ha venido manifestando por la cultura machista que reduce a la mujer a una doble opresión económico social y familiar que le impide desarrollarse y emprender proyectos individuales.
 
En síntesis, tanto hombres como mujeres deben ser vistos con ojos de una sociedad igualitaria, donde sus deberes y derechos sean los mismos para que así tengan una igual competencia en el mercado laboral. Lamentablemente las cifras demuestran que las mujeres vienen siendo relegadas en cuanto a su trabajo y es por esto que la gran mayoría  se desempeñan en puestos informales con pésimos sueldos, que no son más que un maltrato sin considerar que su fuerza es vital para el desarrollo de la sociedad. Por otro lado, es de suma  importancia la participación de mujeres en política sindical,  para llevar a cabo reformas que la beneficien y reivindicar sus derechos. Lo cual significa, que a pesar de existe una mayor conciencia de los derechos de las mujeres, no está debidamente legislado ni reconocido el triple rol que en la actualidad cumplen: trabajo productivo, generación de la fuerza de trabajo, y trabajo reproductivo. Por ello, es necesario una redefinición de tareas, responsabilidades y derechos, al interior de la unidad doméstica, en el mercado laboral y a nivel institucional.
 
 
Referencias bibliográficas
 
INEI (Instituto Nacional de Estadística). Encuesta nacional de hogares (Enaho) (2013). “Características de la Población Ocupada en empleo Informal”. Disponible: http://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/publicaciones_digitales/Est/Lib1200/index.html.
Encuesta Nacional de USO del TIEMPO 2010. Cap. 7: “Distribución porcentual del tiempo que dedica la población de 12 años y más de edad a las actividades diarias, por sexo y según área”.
Guardia (2002). MUJERES PERUANAS EL OTRO LADO DE LA HISTORIA: Cap. VIII “Cambiar los paradigmas”.
La brecha salarial entre hombres y mujeres en la Unión europea: “Mapa de la brecha salarial. Disponible: http://ec.europa.eu/justice/gender-equality/files/gender_pay_gap/140319_gpg_es.pdf.
 
 Galarza, F. Cogan, L. Yamada, G. (2011) “¿Existe discriminación en el mercado laboral de Lima Metropolitana? Un análisis experimental: Resultados detallados por categoría de empleo, según sexo y apellido.
 
 Domingo (2006). Los mitos feministas. Cap. I: “el mito feminista de las brechas salariales.

0 comentarios:

Publicar un comentario